miércoles, 25 de noviembre de 2009

De azul y grana

LA VALENTÍA DE LA SENSATEZ

Guardiola, o cuando la sensatez es un acto de valor. Así también podría titularlo. Porque lo de no alinear anoche a Messi e Ibrahimovic fue para muchos una "Guardiolada", una acción desconcertante más propia del estilo Cruyff.

Pero si se analiza someramente, sin entrar en dobleces, fue un acto sensato. Es verdad que el partido de ayer era vital. El Barça se jugaba gran parte de su presencia en octavos. Pero no es menos cierto que la temporada es larga, y quedarse sin dos de sus cracks por meses es hipotecar no solo un título, sin varios.

Pep tiró de plantilla, que no de banquillo. Porque con partidos como el de ayer sirven para mantener motivado al grupo, para que todos se sientan importantes. Haber alineado al argentino y al sueco representaría un mensaje indirecto para gran parte de la plantilla. Significaría que Pep confía más en Messi cojo que, por ejemplo, en un Pedro en perfectas condiciones.

Es obvio que esto sirvió también de factor sorpresa para Mourinho. Es poco probable que el portugués preveiera tal cosa. No es que hubiera cambiado en exceso la estrategía del Inter, pero sí la táctica, los movimientos, los marcajes.

Esto también demuestra que es mejor tener pocos y motivados que muchos e indolentes. Porque tener 25 jugadores de primer nivel te obliga sí o sí a tener a 10 hombres de piedra. En la plantilla culé nadie se duerme, no hay lugar. Entre rotaciones y lesiones nadie pasa 3 partidos sin tener minutos. Y sinó se tira de la fructífera cantera.

Nadie echa de menos hasta ahora a Lheb o a Gudjhonsen. Gente como Pedro o Jeffren demuestran no solo el nivel de la cantera, sino su motivación. Un canterano raramente estará pensando en una ventajosa salida si no juega, porque el canterano se deja la piel por hacerse hueco en su club de toda la vida. Y si se tiene que ir lo hará con el alma ajada, por mucho que pueda salir favorecido económicamente.

Ayer Guardiola demostró un perfecto manejo de los tiempos, de la psicología. Convirtió lo que parecía ser un contratiempo infranqueable (la pérdida de dos de sus cracks) en una ventaja.

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